viernes, 7 de julio de 2017

Idolatría de referentes.

Me toca hablar de algo que se hace mucho; idolatrar a una persona o un movimiento en base a su mensaje, o el mensaje que CREEMOS percibir de sus palabras.

A menudo olvidamos que las personas y teorías son falibles, unas por ser personas y las otras por partir de esas mismas falibles personas, por lo cual acabamos idolatrando a unas u o tras y nos negamos a ver su lado más falible o problemático... y nos cabreamos o molestamos si alguien critica a esa persona o teoría, porque la idolatramos... hasta el momento desencantado en que descubrimos que tal persona o teoría no es tan fulgente como nos habíamos obcecado en creer.

Lo malo de llegar a idolatrar a alguien o una teoría, es que no admitimos que dicha entidad pueda ser falible o tenga claroscuros, para nosotres dicha entidad es solo luz y cualquiera que quiera "empeñarla" con mácula alguna se convertirá al ipso facto en enemigo, porque está intentando empañar la belleza imaginaria que atribuimos a dicha entidad, está intentando quitarnos la cabezada que nis impide ver los matices no tan bellos y quizás hasta lóbregos de nuestro objeto de adoración, esa persona nos intenta arrebatar la luz que creemos disfrutar por un "fin egoísta" (en realidad nos quiere dar la hostia de realidad que necesitamos, hostia que será mas dura cuando lo acabamos por descubrir por nuestra cuenta y nos damos cuenta que esa persona tenía razón).

Lo cierto es que la idolatría no es algo nuevo, ni acabará cuando nuestro tiempo en este pútrido momento existencial se desvanezca en la niebla de los tiempos, el ser humano tiende a idolatrar por "naturaleza", "necesitamos" una figura "superior" a la que mostrar pleitesía o idolatría, da igual los claroscuros que dicha figura ostente, solo veremos la parte que nos interese y negaremos las partes así mismas que nos desmitifiquen dicha figura, dado que va contra nuestro deseo de idolatría y pleitesía servil.

¿Cuál es el problema principal? Que nos negamos a ver la realidad que nos está presente y solo vemos una imagen idílica de la figura de idolatría, por tanto perdemos los matices y ese enlace con la figura real, por lo cual tenemos una visión distorsionada y falaz de la realidad que nos atañe y no podemos distanciarnos de dicha figura y vislumbrar todos aquellos matices que no nos agradarían de la misma y nos vulnera esa adoración cuasi ecuménica, puesto que nos autocegamos a la realidad adrede, nos distanciamos de aquellos matices que romperían el "hechizo" y nos ofuscamos en ver solo la parte luminiscente de la figura, porque hacerlo de otra manera sería ver cuan falible dicha figura es y es algo que no queremos o nos "podemos" permitir...

Entonces llega la dura realidad y nos embiste cual violador sediento de vulnerarnos, nos golpea cual marido maltratador, con una violencia tan, que desencaja todos los puntos fijos que habíamos construido y desmadeja nuestra idolatría, nos golpea con tanta saña que en un principio, como en ambas agresiones vulnerabilizantes, nos negamos a asimilar la realidad, nos enfadamos, gritamos, berrinchamos, nos enfurecemos, intentamos morder a la realidad, nos convulsionamos, lo que ven nuestros ojos NO puede ser real, no puede ser la misma figura, no puede ser que esos matices estuvieran ahí y no los viéramos, nos sentimos engañades, nos sentimos VULNERABLES, violentades, herides, furioses... aquella figura sin mácula e impoluta no era sino uno de los múltiples prismas de la realidad y nos cegamos en su brillo fulgente, para evitar ver la realidad subyacente, nos negamos a aceptar aquellas aristas filosas y cortantes como parte de esa figura... en resumen, la hostia que nos acaba de calfar la realidad ha hecho añicos nuestra obcecación jumentosa y nos ha quitado el arreo de pollino que nos impedía ver lo que no queríamos ver... nuestra realidad se hace añicos y nuestras defensas estaban bajas, nuestra figura de idolatría ahora está mancillada, es sucia, tiene matices que odiamos o tememos, tiene múltiples caras y no todas nos son gratas oc favorables, el hechizo que nos ataba a venerarla con devoción ecuménica se ha roto y solo queda la dura y sulfurosa realidad.

¿Qué vengo a decir con esto? Está bien que lleguemos a admirar ciertos matices u obras de un movimiento/teoría o persona, pero no debemos perder de la vista que tanto una como otra son falibles y tendrá matices que no nos agraden y que la idolatría a una figura solo nos acabará haciendo daño... en resumen, que nunca debemos perder la realidad de la vista en estos casos y debemos salvaguardar las distancias para con teorías/personas para evitar caer en la falsa idolatría y perder la consciencia de que son falibles, que idolatrar a alguien o sus teoría puede llevarnos a perder algo importante; la visión completa de dicha figura... no debemos idolatrar a NADIE, NUNCA, pues perdemos la capacidad de diseccionar la realidad y nos enojaremos cuando alguien trate de mostrarnos aquellos matices no tan halagüeños que dicha figura ostenta.














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