Hace unos días fue el día de la visibilidad trans.
Días así de "destacados" no me sueno unir al jolgorio estatal, ni suelo adherirme a los hilos y post en referencia al tema, puesto que soy visiblemente trans los 365 días del año, además desde ese día por mostrar apoyo a otras personas trans llevo ya como 40 bloqueos de gente transfóbica, algunas hice capturas, otras sudé, literalmente...
Si soy visiblemente trans todo el año, un día especialmente enmarcado para decir contra viento y marea que soy trans para dar visibilidad, no marcará diferencia, la verdad sea dicha...
Sin embargo varios días después si me adherí al día mundial del autismo, porque aunque tengo dudas, no era para mí un día que reivindicar lo mío, sino darles voz a quienes se invisilibiza a diario mediante el uso de "autista como INSULTO" a una persona no especialmente sociable, que prefiere ir a su bola, etc... o que simplemente se nos ha enseñado que ser autista es una carga para los padres, que quienes sufren son ellos, no la persona en sí, además de los miles de mitos o clichés que se extienden en pelis, redes sociales, libros...
Llevo un mes o así con un rúnrún, uno muy problemático para mí, o sea, a ver cómo me explico... (esto va a ser algo problemático para mí, así que es posible que llegue a sonar incoherente en algún momento).
Así que allá voy:
Hará cosa de un mes o quizás algo más conocí a una chica que me ayudó a comprender mejor sobre temas del TEA (la T para mí debería sobrar y ser EA, pero yo no hago las normas), me enseñó a ir quitándome la venda sobre los estereotipos, mitos y demás cosas aprehendidas sobre autismo/asperger y poco a poco aprendí a diferenciar, no siempre todo sea dicho, la diferencia entre el mito y la realidad que rodea a las personas dentro del espectro, comencé a deglutir los artículos escritos por y para gente autista de diversas fuentes en Twitter, cuanto más leía, más cosas desaprendía para reaprenderlas de la forma correcta, pero entonces comenzaron a saltarme TODAS las alarmas, una tras otra, empezaba a leer individualidades propias, pero todas atadas e interconectadas entre sí, y los pelos de la nuca comenzaron a erizárseme, empecé a sentir tirggerings al ir leyendo, había DEMASIADAS cosas que me sonaban individualmente entrelazadas con la gente autista, empezaba a ver la formación cristalina y hermosamente aterradora de una vidriera y aunque me llamaba la atención y la veía bonita, su formación era terrorífica para mí, aquél cúmulo de "coincidencias" reincidentes comenzaba a pesarme y me asfixiaba, pero cuanto más me aterraba, más leía intentando demostrarme que no era un mosaico, sino un espejismo, esa no era mi realidad y quizás como el Hidalgo manchego leer sobre algo que, en mi caso necesitaba para mejorar mi interseccionalidad, me comenzaba a afectar y hacía propio lo que eran meros molinos de viento en mi mente, no lo sé exactamente, pero comencé a sentir TERROR, terror a que lo conocido no lo fuera tanto, a que mis experiencias no fueran parte de un yo individualizado, sino un yo colectivo y que yo era yo, pero a la par no lo era y lo eran por mí y yo por elles... mi vida entonces fragmentada a simple vista cubría los recovecos entre fragmentos con cobrizo abrazo y formaba una imagen, de invisible ante mis ojos a indisoluble ante los mismos.
Nunca he sido alguien que se acobarde ante un conflicto, de hecho suelo crecerme ante la posibilidad de un poco de confrontación verbalizada o física, mi corazón se dispara, mis pupilas se dilatan, mi pulso firme y violento se enraiza, mis pensamientos recorren mi sistema límbico a hipervelocidad, mi cortex cerebral se hiperrevoluciona, el tiempo parece ralentizarse a mi alrededor, mi cuerpo pide "juerga", pero ay!
Ay! una cosa es enfrentarte a alguien o algo que te desafía y que es "palapable" y otra muy diferente es asimilar conceptos conflictivos, es asimilar que, quizás esas divergencias a la hora de hacer las cosas de una forma no normativa eran un indicativo, a lo mejor esas individualidades no eran individuales, solo que no eras capaz de verlas con claridad, a lo mejor querías DIRECTAMENTE no verlas, a lo mejor te tapabas la vista sobre ellas como se tapa a un pollino para que no tenga miedo, a lo mejor creías estar defendiéndote de un daño que no veías, pero realmente estabas acrecentando el mismo... asimilar ciertos conceptos propios y tener que cambiar la visión del mundo es lo más aterrador a lo que enfrentarse, por lo menos para mí, el quitarme la venda al borde de un acantilado del cual no veo el fondo puede ser una visión aterradora y mortalmente liberadora... "Cuando miras al abismo, éste te devuelve la mirada" y esa mirada no es sino el reflejo de esa realidad que negaste tener ante ti y su visión te congela las arterias y tus venas se marchitan, pero esa realidad reflectada en el miedo que te provoca es tu realidad sin vendas, sin filtros, sin un velo, empiezas a entender que sino lo has visto antes es porque tenías en la mente clavado un mensaje que supuraba; no eres un ente individual, debes ser como el resto, peor no "ESE" resto, no esa otredad, no esa realidad que tienes delante, debes dar el máximo aunque te duela, debes ser alguien que produzca en serie, da igual lo que sufras forzándote, DEBES hacerlo o eres inútil y ya sabes que a los inútiles les espera el olvido y tú no deseas el olvido, por tanto sufre, haz que te duela, martirízate, llora, gime, pero sé como el rebaño, se UNO más, sé parte del dócil rebaño, no mires a aquellos entes que se liberaron del yugo... ese mensaje lleno de despótico capacitismo te lo han grabado a fuego y lo sigues cual mantra, porque te han metido el miedo en el cuerpo, porque ser parte de la otredad es no ser nada ¿no?
No, realmente somos un compendio de virtudes y discapacidades, de unos límites y unas prioridades, somos un cúmulo de realidades interconexas, somos quienes somos porque lo somos y porque las circunstancias son las que son...
Nos han cargado de cadenas, algunas reconocibles, otras no tanto, otras tan bonitas que no las reconocemos como cadenas, otras duelen al destruirlas, otras hacen parecer peligrosas al destruirlas, otras son invisibles, pero todo son cadenas al fin y al cabo para mantener un estatus quo, mantenernos preses por nuestros miedos, nuestras inseguridades, comodidades, el habernos aletargado... pero al fin y al cabo las que más duele mantenerlas acaban siendo una carga demasiado pesada y o bien las rompemos o nos rompen aplastándonos bajo su peso... y a veces romperlas nos da pena, porque les hemos cogido cariño, sufrimos el síndrome de estocolmo para con nuestras cadenas, las hemos sufrido TANTO tiempo que la final no nos queremos separar de ellas, son la única certeza que conocemos y lo que hay fuera de ellas nos da miedo, porque no es desconocido, aunque lo hayamos visto muchas veces o haya estado siempre ahí...
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